Esta colleción viene del biblioteca Librivox.
Titulo | Autor | Duración del achivo | Leído por |
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Al Salir de Acapulco | Ignacio Manuel Altamirano | 00:02:42 | Karen Savage |
Bonsoir... | Amado Nervo | 00:02:38 | Arturo |
Como Sera | Amado Nervo | 00:01:30 | Arturo |
Hugueana | Amado Nervo | 00:01:40 | Arturo |
Japon | Juan Jose Tablada | 00:02:20 | Karen Savage |
La Cita | Amado Nervo | 00:00:42 | Arturo |
Mi Secreto | Amado Nervo | 00:01:20 | Arturo |
Nadie Conoce El Bien | Amado Nervo | 00:01:19 | Arturo |
Pobrecita Mia | Amado Nervo | 00:01:23 | Arturo |
Que Bien Estan Los Muertos | Amado Nervo | 00:01:12 | Arturo |
Haikus | Jose Juan Tablada | no hay grabación... | para este poema pero puedes hacer una e incorporarla al paquete |
A bordo del vapor "St. Louis" de la línea del Pacífico.
El 30 de octubre de 1863, a las once de la noche
....Aun diviso tu sombra en la ribera,
Salpicada de luces cintilantes,
Y aun escucho a la turba vocinglera
De alegres y despiertos habitantes,
Cuyo acento lejano hasta mi oído
Viene el terral trayendo, por instantes.
Dentro de poco ¡ay Dios! Te habré perdido,
Ultima, que pisara cariñoso,
Tierra encantada de mi Sur querido.
Me arroja mi destino tempestuoso,
¿Adónde? No lo sé; pero yo siento
De su mano el empuje poderoso.
¿Volveré? Tal vez no; y el pensamiento
Ni una esperanza descubrir podría
En esta hora de huracán sangriento.
Tal vez te miro el postrimero día,
Y el alma que devoran los pesares
Su adiós eterno, desde aquí te envía.
Quédate pues, ciudad de los palmares,
En tus noches tranquilas arrullada
Por el acento de los roncos mares.
Y a orillas de tu puerto recostada,
Como una ninfa en el verano ardiente
Al borde de un estanque desmayada.
De la sierra el dosel cubre tu frente,
Y las ondas del mar siempre serenas
Acarician tus plantas dulcemente.
¡Oh suerte infausta! ¡Me dejaste apenas
De una ligera dicha los sabores,
Y a desventura larga me condenas!
Dejarte ¡oh Sur! Acrece mis dolores,
Hoy que en tus bosques quédase escondida
La hermosura y tierna flor de mis amores,
Guárdala ¡oh Sur! Y su existencia cuida
Y con ella alimenta mi esperanza
¡Porque es su aroma el néctar de mi vida!
Mas ya te miro huir; en lontananza
Oigo alegre el adiós de extraña gente,
el buque, lento en su partida avanza.
Todo ríe en la cubierta indiferente;
Sólo yo con el pecho palpitando,
Te digo adiós con labio balbuciente.
La niebla de la mar te va ocultando;
Faro, remoto ya, tu luz semeja;
Ruge el vapor, y el Leviatán bramando.
Las anchas sombras de los montes deja.
Presuroso atraviesa la bahía,
Salva la entrada y a la mar se aleja;
Y en la llanura lóbrega y sombría
Abre en su carrera acelerada
Un surco de brillante argentería.
La luna, entonces, hasta aquí velada,
Súbita brota en el zafir desnuda,
Brillando en alta mar: Mi alma agitada
Pensando en Dios, la inmensidad saluda.
25 de junio de 1912
Donc, bonsoir, mignon, et à demain
(Palabras que Ana me dejó escritas una noche en que tuvimos que separarnos.)
¡BUENAS noches, mi amor, y hasta mañana!
Hasta mañana, sí, cuando amanezca,
y yo, después de más de cuarenta años
de incoherente soñar, abra y estriegue
los ojos del espíritu,
como quien ha dormido mucho, mucho,
y vaya lentamente despertando,
y, en una progresiva lucidez,
ate los cabos del ayer de mi alma
(antes de que la carne la ligara)
y de hoy prodigioso
en que habré de encontrarme, en ese plano
en que ya nada es ilusión y todo
es verdad...
¡Buenas noches, amor mío,
buenas noches! Yo quedo en las tinieblas
y tú volaste hacia el amanecer...
¡Hasta mañana, amor, hasta mañana!
Porque, aun en cuando el destino
acumulara lustro sobre lustro
de mi prisión por vida, son fugaces
esos lustros; sucédense los días
como rosarios, cuyas cuentas magnas
son los domingos...
Son los domingos, en que, con mis flores,
voy invariablemente al cementerio
donde yacen tus formas adoradas.
¿Cuántos ramos de flores
he llevado a tu tumba? No lo sé.
¿Cuántos he de llevar? Tal vez ya pocos.
¡Tal vez ya pocos! ¡Oh, qué perspectiva
deliciosa!
¡Quizá el carcelero
se acerca con sus llaves resonantes
a abrir mi calabozo para siempre!
¿Es por ventura el eco de sus pasos
el que se oye, a través de la ventana,
avanzar por los quietos corredores?
¡Buenas noches, amor de mis amores!
Hasta luego, tal vez...,o hasta mañana.
21 de abril de 1912
Sl EN el mundo fue tan bella,
Si en esta prisión obscura,
Si de tal suerte me quiso
Si sus besos eran tales
Siempre que medito en esa
9 de abril de 1912
¡AY DE mí! Cuantas veces, arrobado
en la contemplación de una quimera,
me olvidé de la noble compañera
que Dios puso a mi lado.
—¡Siempre estás distraído! —me decía;
y yo, tras mis fantasmas estelares,
por escrutar lejanos luminares
el íntimo lucero no veía.
Qué insensatos antojos
los de mirar, como en tus versos, Hugo,
las estrellas en vez de ver sus ojos,
desdeñando, en mi triste desatino,
la cordial lucecita que a Dios plugo
encenderme en la sombra del camino...
Hoy que partió por siempre del amor mío,
no me importan los astros, pues sin ella
para mí el universo está vacío.
Antes, era remota cada estrella:
hoy, su alma es la remota, porque en vano
lo buscan mi mirada y mi deseo.
Ella, que iba conmigo de la mano,
es hoy lo más lejano:
los astros están cerca, pues los veo.
¡Áureo espejismo, sueño de opio,
fuente de todos mis ideales!
¡Jardín que un raro kaleidoscopio
borda en mi mente con sus cristales!
Tus teogonías me han exaltado
y amo ferviente tus glorias todas;
¡yo soy el siervo de tu Mikado!
¡Yo soy el bonzo de tus pagodas!
Por ti mi dicha renace ahora
y en mi alma escéptica se derrama
como los rayos de un sol de aurora
sobre la nieve del Fusiyama.
Tú eres el opio que narcotiza,
y al ver que aduermes todas mis penas
mi sangre --roja sacerdotisa--
tus alabanzas canta en mis venas.
¡Canta! En sus causes corre y se estrella
mi tumultuosa sangre de Oriente,
y ése es el canto de tu epopeya,
mágico Imperio del Sol Naciente.
En tu arte mágico --raro edificio--
viven los monstruos, surgen las flores
es el poema del Artificio
en la Obertura de los colores.
¡Rían los blancos con risa vana!
Que al fin contemplas indiferente
desde los cielos de tu Nirvana
a las Naciones de Occidente.
Distingue mi alma cuando en ti sueña
--cuando sombrío y aterrador--
la inmóvil sombra de la cigüeña
sobre un sepulcro de emperador.
Templos grandiosos y seculares
y en su pesado silencio ignoto,
Budhas que duermen en los altares
entre las áureas flores de loto.
De tus princesas y tus señores
pasa el cortejo dorado y rico,
y en ese canto de mil colores
es una estrofa cada abanico.
Se van abriendo si reverbera
el sol y lanza sus tibias olas
los parasoles, cual Primavera
de crisantemas y de amapolas.
Amo tus ríos y tus lagunas,
tus ciervos blancos y tus faisanes
y el ampo triste con que tus lunas
bañan la cumbre de tus volcanes.
Amo tu extraña mitología,
los raros monstruos, las claras flores
que hay en tus biombos de seda umbría
y en el esmalte de tus tibores.
¡Japón! Tus ritos me han exaltado
y amo ferviente tus glorias todas;
¡yo soy el ciervo de tu Mikado!
¡Yo soy el bonzo de tus pagodas!
Y así quisiera mi ser que te ama,
mi loco espíritu que te adora,
ser ese astro de viva llama
que tierno besa y ardiente dora
¡la blanca nieve del Fusiyama!
26 de abril de 1912
Llamaron quedo, muy quedo, a la puerta de tu casa... --VILLAESPESA
¿HAS escuchado?
Tocan la puerta...
—La fiebre te hace
desvariar.
—Estoy citado
con una muerta,
y un día de éstos ha de llamar...
Llevarme pronto me ha prometido;
a su promesa no ha de faltar...
Tocan la puerta. Qué, ¿no has oído?
—La fiebre te hace desvariar.
25 de marzo de 1912
¿MI SECRETO? ¡Es tan triste! ¿Estoy perdido
de amores por un ser desaparecido,
por un alma liberta,
que diez años fue mía, y que se ha ido...
¿ Mi secreto? te lo diré al oído:
¡Estoy enamorado de una muerta!
¿Comprendes —tú que buscas los visibles
transportes, las reales, las tangibles
caricias de la hembra, que se plasma
a todos tus deseos invencibles—
ese imposible de los imposibles
de adorar a un fantasma?
¡Pues tal mi vida es y tal ha sido
y será!
Si por mí solo ha latido
su noble corazón, hoy mundo y yerto,
¿he de mostrarme desagradecido
y olvidarla, no más porque ha partido,
y dejarla, no más porque se ha muerto?
27 de abril de 1912
HABÍA un ángel cerca de mí,
mas no le vi...
Posó las plantas maravillosas
entre las zarzas de mi erial, y
yo, en tanto, estaba viendo otras cosas.
Cuando, callado, tendió su vuelo
y quedó al irse torvo mi cielo,
mi vida huérfana, mi alma vacía,
comprendí todo lo que perdía.
Alcé los ojos despavorido,
llamé al ausente con un gemido,
plegó mis labios convulso gesto...
Mas pronto el ángel dejó traspuesto,
con vuelo de ímpetu soberano,
las lindes negras del mundo arcano,
y todo vano fué... ¡todo vano!
¡Quién del espacio devuelve un ave!
¡Qué imán atrae a un dios ya ido!
Dice el proloquio que nadie sabe
el bien que tiene... ¡sino perdido!
11 de julio de 1912
BIEN sé que no puedes,
pobrecita mía,
venir a buscarme.
¡si pudieras, vendrías!
Acaso te causan
dolor mis fatigas,
mis ansias de verte,
mis quejas baldías,
mi tedio implacable,
mi horror por la vida.
¡No puedes traerme consuelo!
¡Si pudieras, vendrías!
¿Qué honda, qué honda
debe ser la sima
donde caen los muertos,
pobrecita mía!
¡Qué mares sin playas
qué noche infinita
qué pozos danaideos,
qué fieras estigias
deben separarnos de los que se mueren
desgajando en dos
almas una misma,
para que no puedas venir a buscarme!
Si pudieras, vendrías...
17 de junio de 1912
¡QUÉ bien están los muertos,
ya sin calor ni frío,
ya sin tedio ni hastío!
Por la tierra cubiertos,
en su caja extendidos,
blandamente dormidos...
¡Qué bien están los muertos
con las manos cruzadas,
con las bocas cerradas!
¡Con los ojos abiertos,
para ver el arcano
que yo persigo en vano!
¡Qué bien estás, mi amor,
ya por siempre exceptuada
de la vejez odiada,
del verdugo dolor...;
inmortalmente joven,
dejando que te troven
su trova cotidiana
los pájaros poetas
que moran en las quietas
tumbas, y en la mañana,
donde la Muerte anida,
saludan a la vida!
Recorriendo su tela
esta luna clarísima
tiene a la araña en vela.
Tierno saúz
casi oro, casi ámbar,
casi luz...
Por nada los gansos
tocan alarma
en sus trompetas de barro.
Pavorreal, largo fulgor,
por el gallinero demócrata
pasas como procesión.
Aunque jamás se muda,
a tumbos, como carro de mudanzas,
va por la senda la tortuga.
El jardín esta lleno de hojas secas;
nunca vi tantas hojas en sus árboles
verdes, en primavera.
Trozos de barro,
por la senda en penumbra,
saltan los sapos.
¿Los vuelos de la golondrina
ensaya en la sombra el murciélago
para luego volar de día...?
Devuelve a la desnuda rama,
mariposa nocturna,
las hojas secas de tus alas.
Luciérnagas en un árbol...
¿Navidad en verano?
Bajo el celeste pavor
delira por la única estrella
el cántico del ruiseñor.
La Luna es araña
de plata
que tiene su telaraña
en el río que la retrata
Es mar la noche negra;
la nube es una concha;
la luna es una perla...
Parece la sombrilla
este hongo policromo
de un sapo japonista
¿Asierran un bambú en el gradual?
¿Canta la guacharaca?
Rac... Rac... Rac...
Porfía la libélula
por emprender su cruz transparente
en la rama desnuda y trémula
Hormigas sobre un
grillo, inerte. Recuerdo
de Guliver en Liliput...
Juntos, en la tarde tranquila
vuelan notas de Ángelus,
murciélagos y golondrinas.
Mientras lo cargan
sueña de burrito amosquilado
en paraísos de esmeralda...
El pequeño mono me mira...
¡Quisiera decirme
algo que se le olvida!
Bajo de mi ventana, la luna en los tejados
y las sombras chinescas
y la música china de los gatos.
Entre las ondas azules y blancas
rueda la natación de las toninas
arabescos de olas y de anclas.
Al golpe del oro solar
estalla en astillas el vidrio del mar.
Parece roer el reló
la medianoche y ser su eco
el minutero del ratón...
Erigió una columna
la palma arquitectónica y sus hojas
proyectan ya la cúpula.
¡Del verano, roja y fría
carcajada,
rebanada
de sandía!
Busco en vano en la carta
de adiós irremediable,
la huella de una lágrima...
Lágrimas que vertía
la prostituta negra,
blancas..., ¡como las mías...!