LA TORTUGA APURADA

El viernes invitaron a la señora tortuga a una boda que se celebraría el domingo a las once.

Para estar lista y llegar a tiempo, la señora tortuga se bañó el sábado al mediodía, luego se perfumó, se pintó los labios, se puso un collar y tanto se miró al espejo de frente, de costado y por atrás que por fin estuvo lista recién al anochecer.

Salió apurada rumbo a la iglesia, y aunque en el camino no se entretuvo recién llegó frente a la iglesia el domingo pero ya muy avanzada la tarde.

Preocupada por la tardanza comenzó a subir la escalinata y la pobre diez horas demoró en llegar arriba.

A medianoche, al pisar el último escalón y ver cerrada la iglesia, por la impresión se resbaló y cayó rodando de grada en grada hasta la vereda.

Entonces, la tortuga exclamó gimoteando:

-¡Eso me pasa por aceptar invitaciones a última hora y venir apurada!

Tradicional