"EL DIOS DE LA POBREZA
Y EL DIOS DE LA FORTUNA"
Hace mucho, mucho tiempo, en un pequeño pueblo vivía un hombre muy trabajador. Éste a pesar de trabajar tanto vivía en la miseria, ya que el dios de la pobreza habitaba también la misma casa.
Un día, el hombre, cansado de ver que su situación no mejoraba en nada, pensó “¿Para qué trabajar si no hay progreso?” Entonces decidió dejar de trabajar.
Todo el pueblo al ver que este hombre había perdido las esperanzas de lograr una mejora de su situación económica decidió presentarle una mujer buena que lo acompañase casándose con él y para la cual él sintiese la necesidad de continuar luchando por la vida.
Ella era una mujer no sólo buena sino muy trabajadora y además era atractiva.
Su marido, que no quería que sólo ella trabajase, empezó nuevamente a trabajar con todos sus ánimos.
El dios de la pobreza, al verlos esforzarse tanto, pensó: "Cada día se me va a hacer más difícil vivir aquí. Ellos esforzándose tanto nunca podrán dejar de ser `pobres mientras yo esté en esta casa."
Por eso, al final de dicho año, el dios de la pobreza se puso a llorar en el desván de la casa. Lla pareja al notarlo fue a ver qué ocurría.
Ellos se sorprendieron y le preguntaron: "¿Quién eres? ¿Qué haces acá?"
Él les contestó: "Soy el dios de la pobreza. Durante mucho tiempo he vivido aquí, cuidando esta casa, pero ustedes ahora trabajan tanto que muy pronto tendré que abandonar esta casa ya que pronto llegará el dios de la fortuna."
Ellos al escucharlo se sintieron muy tristes puesto que él era el dios que había cuidado su casa durante mucho tiempo. Entonces lo invitaron a bajar del desván y a estar en las habitaciones de la casa.
El hombre le dijo: "Queremos que se quede aquí con nosotros para siempre porque ésta siempre ha sido su casa". La mujer agregó : "Sí, quédese con nosotros".
El dios de la pobreza se puso muy contento, ya que era la primera vez que alguien lo había tratado con tanto afecto y había manifestado deseo de que se quedase en la casa.
En ese momento llegó el dios de la fortuna, quien al ver a su rival exclamó; "¿Todavía estás aquí? ¡Fuera, vete, rápido!
El dios de la pobreza contestó: ¡No! ¡Esta casa es nuestra! y se abalanzó sobre el dios de la fortuna, pero no podía competir con su rival porque él era muy pequeño y flaco mientras el dios de la fortuna era grande y muy gordo.
Los esposos, al ver que su antiguo amigo el dios de la pobreza iba a perder en el forcejeo, lo ayudaron y echaron de la casa al dios de la fortuna.
Éste no entendía nada de lo que acontecía. Se preguntaba a sí mismo una y otra vez: " Yo soy el dios de la fortuna ¿no? Entonces ¿por qué me rechaza esta gente? ¿Por qué lo prefieren a él? ¿Acaso están locos?"
Al final, aquel extraño hombre y su extraña mujer nunca pudieron dejar de ser pobres, pero se esforzaban mucho al trabajar, y a su modo vivieron felices para siempre.
El dios de la pobreza todavía vive en el desván de esa extraña casa.
¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!
Shimizu Haruna