LOS LAMISTAS,
DESCENDIENTES DE LOS CHANCAS
La ciudad de Lamas se encuentra en la selva alta del departamento de San Martín, sobre una meseta gredosa, con soplo de sierra. Es la única ciudad amazónica del Perú que no está ubicada a la orilla de un río. Sin embargo, no muy lejos de ella pasa el Mayo hacia el Huallaga.
En ella viven, en barrios individualizados por apellidos, los Sangama, Isuiza, Amasifuén, Cachique, Shupingahua, Taupillina, etc.
Descienden los lamistas de los indómitos chancas del Imperio del Tahuantinsuyo, quienes --rebelándose contra su conquista por los Incas-- emigraron de sus pueblos cordilleranos en la zona de Apurímac con rumbo a la selva, luchando sin cesar contra los ejércitos cusqueños que los seguían de cerca. Así llegaron a establecerse en la cuenca central del Huallaga.
Cuando yo era niño, los hombres lamistas usaban, generalmente, pantalón azul, hasta las rodillas, y camisa del mismo color, con pechera corta luciendo una compacta hilera de botones blancos. Pero cuando caminaban por el campo, no siempre usaban la camisa, sino que por su gran fortaleza física y por el calor la llevaban sobre los hombros o la espalda, dejando desnudo el tórax.
Ceñían sus muñecas y tobillos con cintas de piel de iguana, en la creencia de que así lograrían mayor fuerza en los brazos y piernas.
Gustaban adornar la piel de sus brazos, pecho y espalda con tatuajes azules con dibujos geométricos o que representaban árboles y animales de la selva.
Al lado izquierdo de la cintura, por debajo del chumpi --cinturón tejido de lana con dibujos geométricos de colores-- portaban un largo machete de acero marca Collins, al que llamaban «chafarango», y colgada por el cuello con una tirita de cuero la antara, zampoña o rondadora.
FRANCISCO IZQUIERDO RÍOS